Un
misterioso sacerdote experto en artes marciales llega a una ciudad de
EE.UU, y con la ayuda de “gadgets” religiosos (tales como
cuchillos lanzables con forma de crucifijo, una pistola de oro con
cruz en la empuñadura...) empieza a limpiarla de mafiosos,
traficantes, rateros y demás “escoria malaje”... No obstante ,
un depravado y francamente desagradable asesino en serie que se
alimenta literalmente de sangre pondrá a prueba a nuestro
psicotrónico héroe...
Bajo
esta sugerente y estrambótica premisa se abre la trama de “El
justiciero de Dios” , una propuesta salida de las manos del
director Robert Rundle (“Cybernator”, “Vampire Hunter”...).
Rodada
con evidente escasez de medios, el magro presupuesto es suplido aquí
con una colección de escenas oscuras y sangrientas protagonizadas en
su mayoría por el cruel asesino (más o menos magistralmente
interpretado por el llamativo Don Stroud) el cual extrae la sangre a
base de jeringazos y sondas médicas para inyectársela o bebérsela,
además de acometer sórdidos rituales con las calaveras de algunas
desdichadas víctimas.
Entre
medias tenemos numerosas escenas de relleno al más puro estilo
telefilm , con una penosa y melosa subtrama de amor platónico (y no
tan platónico) entre el cura guerrero y la joven protagonista que le
pide su ayuda y no duda en provocarle mostrándole “carne”
siempre que tiene la ocasión. Y otra en la que las bandas del crimen
organizado realizan sus chanchullos y tratan de evitar al ensotanado
prota. Penoso, aunque comprensible esfuerzo de elevar el tono de la
peli , dada la escasez de recursos. No obstante esas escenas no valen
ni el papel del guión en el que presuntamente se escribieron , y lo
más destacable procede de las andanzas del asesino vampírico y el
duelo a muerte entre el curilla luchador y este repugnante ser, el
cual pone el desenlace seguramente como lo más álgido de la
película.
Con
un tono general de “rodado en video” y delivaradamente manifiesta
lentitud en el desarrollo de la historia , esta basurilla contiene
no obstante momentos lo suficientemente obscuros , fuertecillos y
surrealistas (inolvidable la secuencia en la que ,en su delirio, el
asesino entabla conversación con un cráneo ensangrentado tras
despellejarlo al más puro estilo Predator..) como para arrancarle
unas risotadas macabras a cualquier gourmet de la basura serie Z más
casposoide y bizarra.
Como
dato anecdótico, tenemos la presencia de Robert Z´Dar en gangsteril
y peleón papel secundario , y de Jan Michael Vincent en papel de
sacerdote que acaba malamente a manos del criminal principal , dentro
de... un confesionario!!